¿Es el “yo” un puente adecuado entre los resultados de la neurociencia y la noción de persona?
El yo es una noción de la que no se puede prescindir. El propio punto de vista siempre estará implicado en lo que percibimos, y pretender pensar sin suponernos como sujeto es sencillamente imposible. Pero ¿cómo integrar esta noción imprescindible pero difusa en el marco de una perspectiva neurocientífica? ¿Es el yo algo que pueda captarse de un modo empírico e intersubjetivo? ¿Qué metáfora puede iluminar la relación del yo y el cerebro: la del piloto en la nave o la del programa en la computadora? ¿Es el yo algo real, una persona, o el mero resultado de un proceso?