Líbano suma devastación a su profunda crisis económica y política

El gobierno del primer ministro, Hasan Diab, se encuentra en el ojo de la tormenta pues la libra libanesa se desploma aceleradamente junto a una imparable inflación. Said Chaya, profesor del Núcleo de Estudios de Medio Oriente de la Universidad Austral, explicó el contexto político y económico que enmarca la fuerte explosión en el Líbano.

Hasan Diab se encuentra en el ojo de la tormenta Crédito: Télam

 

Dos masivas explosiones sacudieron este martes Líbano y destruyeron la zona portuaria de Beirut y parte del centro de la capital en un momento en que el país atraviesa una profunda crisis política y económica que data de hace años, a la que se le suma otra sanitaria debida a la pandemia del coronavirus cuyas consecuencias agravaron la situación del golpeado gobierno de coalición.

El gobierno del primer ministro, Hasan Diab, se encuentra en el ojo de la tormenta pues la libra libanesa se desploma aceleradamente junto a una imparable inflación, mientras cierran negocios y los despidos son masivos.

En el país no se consiguen dólares y los locales desesperados por la moneda estadounidense ahora pagan 9.000 libras libanesas por dólar en el mercado paralelo, frente a 4.000 que costaba a mediados de junio.

Desde agosto de 2019 la moneda local se depreció 83% y la pérdida de valor tiene un ritmo cada vez más acelerado.

Said Chaya, docente del núcleo de estudios de Medio Oriente de la Universidad Austral, explicó en una entrevista a Télam que si bien «recién en octubre se conocerán las cifras oficiales, se estima que la cantidad de pobres pasó de un 25% a un 60%, los precios de la canasta básica aumentaron un 50% y el desempleo se duplicó».

Líbano atraviesa desde hace años una crisis económica que fue catalizador de la última movilización popular iniciada en octubre de 2019 para denunciar a la clase política a la que se la acusaba de corrupta e incompetente y que tuvo como mayor éxito la renuncia del por entonces primer ministro, Saad Hariri y de todo su gabinete.

En este contexto, detalló Chaya, los libaneses tomaron nuevamente las calles para expresar su descontento con el gobierno de Diab, mientras el país «atraviesa una serie de crisis, una de ellas de corte económico que data aproximadamente desde 1997 cuando el país generó un esquema de paridad de 1.500 libras libanesas por dólar, un esquema que no se pudo sostener y llevó al país a la timba financiera y la deuda externa».

En la conferencia de Cedre de 2018, la comunidad internacional, con su anfitrión Francia a la cabeza, recaudó unos 11.000 millones de dólares en créditos y donaciones para financiar en varios pagos los proyectos de inversión en Líbano a cambio de una serie de reformas recomendadas por las potencias, el mismo año en que el país entraba en campaña presidencial.

Incluso Arabia Saudita ofreció una línea de crédito de 1.000 millones de dólares, dos años después de haberle quitado el apoyo económico debido a las tensiones sauditas con Irán, «los dos grandes hegemónicos de la región, cuya constante puja se traduce en conflictos en Yemen, Irak, Siria, Palestina y Líbano, entre otros países», afirmó Chaya.

La decisión saudita fue una forma de reprimenda al movimiento islamista chiíta Hezbollah, por haber apoyado militarmente al presidente sirio y aliado de Irán, Bashar al Assad, durante la guerra en Siria, y cuya afluencia de refugiados sirios debilitó aún más la ya endeble economía libanesa.

Pero la ayuda económica de Cedre llegó en «un año electoral para Líbano y no había chance de bajar los costos, y a principios de 2019 tanto Cedre a través de Francia, como el FMI presionaron a Líbano para impulsar reformas, de lo contrario, se cortaría la ayuda financiera», detalló el docente argentino.

«El partido Movimiento del Futuro de Hariri pactó incluso con la oposición, la chiíta Hezbollah, un paquete demoledor que constaba de congelamiento de toda la obra pública a nivel nacional y municipal; la suspensión de todas las contrataciones en el Estado», indicó.

Chaya agregó que se trató de «una serie de medidas para pedirle a la clase media un último esfuerzo, entre los que metieron impuestos jubilaciones, inexistente hasta ese entonces, más un impuesto a la riqueza, entre otras; y en cuarto lugar sacaron los subsidios al consumo eléctrico de forma inmediata».

Estas medidas fueron las razones por las que la gente se manifestó en la calle por la suba de impuestos y que banqueros dejen de entregar dólares, en un país con paridad, el dólar era moneda corriente y la sociedad libanesa es una sociedad muy dolarizada. Los bancos comenzaron a vender 400 dólares al mes, 200 y finalmente 100 por mes.

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