2 de septiembre de 2020
Violencia de género digital en tiempos de Covid
Por: Fernando Tomeo, Abogado, especialista en Derecho Digital, Privacidad y Datos Personales. Director del Programa Ejecutivo en Derecho y Comunicación Digital de la Escuela de Gobierno.
La violencia de género, en cualquiera de sus formas, es despreciable.
Una lamentable modalidad de violencia sobre la mujer es el denominado «acoso digital», que supone la utilización de redes sociales como vehículo para humillar, amenazar y coaccionar a la víctima afectando su integridad psíquica y moral.
Esta forma de violencia de género se ha puesto de moda en tiempos de pandemia ya que muchos individuos disponen de más tiempo para amedrentar la psiquis de exparejas aprovechando el carnaval de plataformas digitales, que incluye a la trilogía Facebook-Instagram-TikTok y a las aplicaciones de mensajería instantánea como WhatsApp y Telegram.
Los mecanismos de violencia incluyen no solo posteos con comentarios despectivos y agraviantes hacia el género y la víctima propiamente dicha, sino también el «likeo» de sus fotografías en redes sociales, con solución de continuidad.
A través de la modalidad de «likeo ininterrumpido de imágenes» el violento demuestra, con signos inequívocos, que está presente en la vida de la víctima, la que probablemente pudo haber obtenido una orden de restricción física que no incluyó a las redes sociales en particular.
En un reciente precedente judicial del 22 de junio pasado, dictado por la doctora Guillermina Leontina Sosa, a cargo del Juzgado de Familia número 2 de Comodoro Rivadavia, de indudable rigor técnico-jurídico, se sentenció que la colocación de distintos «me gusta» por parte del victimario a publicaciones efectuadas por la víctima en su perfil de Facebook importa el incumplimiento de las medidas de no comunicación y contacto dispuestas en sede judicial.
Es evidente que el «likeo», en este contexto, constituye un mecanismo de humillación digital y un intento de control y dominación de la víctima; conlleva una alerta y una manifestación de voluntad que representa mucho más que mil palabras.
Otra de las modalidades utilizadas por los violentos supone la creación de perfiles anónimos que son utilizados para agredir a las víctimas vinculándolas a supuestas situaciones de infidelidad u otras tantas mentiras que persiguen agraviar sus sentimientos y alterar su integridad moral. El anonimato sirve para difamar, amenazar y humillar con total impunidad.
En estos casos es aconsejable la constatación notarial de los contenidos (posteos, mensajes o resultados de chat) y la inmediata denuncia de los hechos ante la Justicia.
Pero, asimismo, para poner coto a este tipo de acciones cobardes, se requiere de una inmediata y decidida colaboración de las redes sociales con la Justicia local para identificar a los agresores anónimos, sin medias tintas, evitando recurrir al recalcitrante, cómplice y patético argumento de que los hechos denunciados «no afectan sus políticas de comunidad».
Ver nota publicada en La Nación