8 de marzo de 2017
El profesor de la Escuela de Gobierno, Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Austral, Davide Caocci, escribió una columna de opinión para La Nación sobre: Hay que superar el proteccionismo.
Hay que superar el proteccionismo
Para tomar dimensión de la importancia de la relación entre América latina y Europa, ayuda recordar que la inversión productiva europea en nuestra región supera actualmente la que el Viejo Continente hace en toda India, Rusia y China.
Sin embargo, el intercambio comercial entre los dos bloques se parece mucho al que América latina tiene con China: materias primas frente a productos de alto valor agregado. En muchos sectores se vuelve a exportar a esta región lo que Europa produce con materias primas latinoamericanas.
Lamentablemente, esta dinámica de intercambio no ha evolucionado, mientras que ambos lados se han demostrado incapaces de superar sus instintos proteccionistas. Ha llegado el momento de equilibrar el trato.
En los últimos años de grandes cambios geopolíticos, la Unión Europea perdió diversas oportunidades por estas latitudes, todas capturadas por China, el nuevo principal accionista en la región.
Pero América latina está experimentando un momento clave en su historia política. Las elecciones en muchos países demuestran que la gente quiere gobiernos distintos para impulsar un crecimiento económico fiable y sostenible. Esto abre el camino para fortalecer nuevas relaciones con Europa y, especialmente, entre el Mercosur y la UE, que ya tiene acuerdos bilaterales de libre comercio con todos los países miembros de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú).
Estos acuerdos contribuyen a mejorar el crecimiento económico, facilitan la creación de empleo, el desarrollo social y la cooperación de todas las partes gracias a la creación de un marco jurídico estable que garantiza altos niveles de protección para los consumidores y el medio ambiente. Además, fomentan el diálogo político y la cooperación cultural.
El potencial económico es evidente: la creación de un mercado de aproximadamente 750 millones de consumidores, que representaría el 25% del PBI mundial; innovación tecnológica; ventajas para las pymes, los servicios, la seguridad, y la lucha contra la pobreza, la desigualdad social y el cambio climático.
En ambas orillas del Atlántico hay preocupaciones, intereses contrapuestos, miedos, desconfianza y celos. Se necesitarán mecanismos ad hoc para compensar los efectos adversos del libre comercio y superar el proteccionismo. Ni los países del Mercosur ni los de la UE pueden permitirse el lujo de encerrarse frente a la globalización, sino que deben encontrar la manera de darle forma.
Necesitamos de una diplomacia económica. Los países de la UE y del Mercosur son aliados naturales, unidos por fuertes lazos históricos, culturales y económicos. Ya tienen un intercambio de bienes y servicios por un valor de 130 mil millones de dólares por año, pero podrían tener mucho más.
Las negociaciones ya se prolongaron durante 15 años y siempre se vieron obstaculizadas por los intereses y el proteccionismo, particularmente en la agroindustria. La esperanza es cerrar pronto el acuerdo, aprovechando el momento paradójicamente favorable, dada la crisis que afecta a ambas partes, la conclusión del tratado con Canadá y el cambio de actitud de Estados Unidos con relación a la UE.
Reactivar las relaciones entre Europa y América latina significa pensar en el futuro.