El díficil equilibrio entre el amigo americano y el socio chino

La diplomacia de los países aliados de Washington, en especial los asiáticos, maniobra para no quedar atrapadas en la disputa global con China.

 

Por Santiago Farrel, Editor de Internacionales, El Observador e Ideas de Diario Perfil.
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La decisión de los Estados Unidos de profundizar la disputa hegemónica a escala global con China preocupa a sus aliados, que quieren evitar a toda costa tener que elegir entre “el amigo americano” y “el socio chino”.

Japón, Corea del Sur, Brasil, o hasta la propia Unión Europea, tienen intensos vínculos comerciales, económicos y tecnológicos con China, y mucho que perder si Washington los coloca ante una opción de hierro: “ellos o nosotros”.

Aunque lejana, esta perspectiva es más probable ahora con Joe Biden en la Casa Blanca, que ha proclamado que una de sus prioridades en política exterior será reavivar las tradicionales alianzas del país, luego de los cuatro años de unilateralidad del “America First” de Donald Trump.

Colaboración y competencia. Esa vocación multilateral y su compromiso de devolver a Estados Unidos un papel central en la arquitectura del orden global complejiza para el presidente norteamericano la relación con China.

“Biden sabe que Beijing es un competidor en términos económicos y geopolíticos, pero un socio clave en la administración del orden internacional”, explica Luciano Bolinaga, director del Centro de Estudios Legales, Políticos y Económicos de Asia (CELPEA) y del Programa Doing Business in China de la Universidad Austral.

Y no sólo eso: la interdependencia entre ambos gigantes económicos es muy grande. Durante los últimos treinta años, las inversiones de empresas chinas en Estados Unidos sumaron 154 mil millones de dólares y las de las norteamericanas en China 258 mil millones.

Para Bolinaga, Asia será el escenario principal de esas relaciones complejas entre ambas potencias. “El desarrollo económico del Este asiático ha virado el proceso de acumulación de capital global hacia el Pacífico y eso reasigna prioridad máxima a la región para la política exterior de Estados Unidos”.

Pero también cuentan los desafíos en términos de seguridad, como “el programa de desarrollo nuclear norcoreano, la tensión sino-taiwanesa y los presupuestos militares de la región, que son los que más han crecido en los últimos 15 años. Si en algún momento todos los caminos conducían a Roma, hoy todos los caminos conducen a Asia”, explica.

Ante este renovado desembarco de Estados Unidos en Asia, sus aliados en la región no pueden escapar a una contradicción. Como explica el analista internacional español Antonio Rubio, para ellos “China es un rival geopolítico, pero necesitan el acceso a sus mercados. Basta con que China niegue a sus vecinos el acceso a sus mercados para fragilizar sus estructuras políticas, sociales y económicas”.

Lo mismo sucede con los países de la Unión Europea, que en diciembre firmaron un gigantesco acuerdo de inversiones con Beijing, y cuya tecnología 4G ha sido desarrollada casi por completo por Huawei. “Apostar por los fabricantes occidentales para el 5G significa un costo mayor”, advierte el especialista norteamericano Arthur Kroeber, profesor de la Universidad de Columbia y expertos en las relaciones Estados Unidos-China.

“La cadena productiva tecnológica pasa toda por China. No creo que sea posible tener un futuro con cero participación china”, dijo Kroeber al diario Folha de San Pablo.

Japón y Corea del Sur. “El dilema entre el ‘amigo americano’ y el ‘socio chino’ es cada vez mayor para Corea y para Japón”, sintetiza Bolinaga.

Tokio admite la importancia central de la alianza con Washington, pero es consciente de la compleja situación. “La relación con China, país vecino del otro lado del Mar de China Oriental, es una de las relaciones bilaterales más importantes para Japón”, afirmaba el “Libro Azul” de la cancillería en 2019.

El documento que ilustra la política exterior japonesa también resaltaba que “mientras la situación de seguridad en torno a Japón siga siendo sumamente tensa, la alianza entre Japón y Estados Unidos irá cobrando mayor importancia” global.

China es el principal proveedor de la economía japonesa, y su mayor socio comercial, por encima de Estados Unidos, la misma situación que vive otro de los aliados de Washington en Asia, Corea del Sur, que coloca en el gigante el 25 por ciento de sus exportaciones.

“Japón y Corea del Sur son países que están política, económica y hasta geográficamente en el medio de las dos potencias que se disputan la hegemonía”, y por eso necesitan una “buena musculatura diplomática” para manejar los vínculos con ambas, explica Ezequiel Ramoneda, secretario académico del departamento Asia Pacífico de la Universidad de La Plata.

Tanto Tokio como Seúl “son dependientes de Estados Unidos en materia de seguridad: Japón porque no puede tener un Ejército propio por su constitución y Corea del Sur por el conflicto con Pyongyang. Y ambos están bajo el paraguas nuclear” de Washington, agrega.

Pero, a la vez, sus vínculos económicos con China son muy importantes, no sólo por el flujo comercial, sino también por las inversiones. “Lo clave para ellos es mantener una agenda diversificada, desideologizada, para poder sopesar lo que les aporta cada potencia y tener una actitud multilateral, que ayude a contener la dinámica de la competencia” entre Beijing y Washington, afirma Ramoneda.

Tecnología. Uno de los escenarios en los que la disputa entre Estados Unidos y China se da con más virulencia es el tecnológico, y específicamente en las redes de 5G, ariete de la expansión de la empresa Huawei, a la que Estados Unidos ha acusado de representar un riesgo potencial de fuga de datos sensibles para los países que la apliquen.

El viernes, enviados de Corea del Sur y Japón discutieron con sus pares norteamericanos en Washington la forma de superar la actual carencia global de semiconductores, cuyas cadenas de suministro se han visto interrumpidas por la pandemia. “Creo que sería justo decir que nuestros tres países tienen muchas de las claves del futuro de la tecnología de fabricación de semiconductores”, dijo un funcionario estadounidense.

Este será también el tema de la visita que la semana próxima realizará a la capital estadounidense el primer ministro japonés Yoshihide Suga, que discutirá con Biden un acuerdo de autosuficiencia en semiconductores, lo que implica obvias restricciones para China.

América Latina. La cuestión tecnológica lleva la disputa hegemónica fuera de los límites de Asia, ya que impacta de lleno en Europa y hasta en América latina, donde Beijing impulsa con fuerza su tecnología aun en países alineados sin matices con Estados Unidos, como Colombia o Brasil.

Las compañías chinas Huawei y ZTE vienen aumentando aceleradamente su presencia en Colombia, con vistas al desarrollo del 5G, lo que llevó al embajador norteamericano, Philip Goldberg, a expresar al gobierno de Iván Duque las “preocupaciones del gobierno estadounidense frente a la posibilidad de permitir que proveedores no confiables y de alto riesgo proporcionen equipos, software y presten sus servicios en estas futuras redes”.

Y en Brasil, pese a que el hijo del presidente Jair Bolsonaro, el diputado Eduardo Bolsonaro, había prometido en noviembre que la próxima red 5G no estaría expuesta al “espionaje chino”, la “diplomacia de las vacunas” de Beijing forzó a Brasilia a cambiar de postura, lo que incluyó hasta el alejamiento del canciller Ernesto Araújo, un fervoroso trumpista y constante crítico de China. Ahora, Huawei podrá participar de la millonaria licitación por la nueva red en Brasil, una de las mayores del mundo.

El secretario de Estado, Antony Blinken, que antes de su “round” con una delegación china de alto nivel en Alaska visitó Seúl y Tokio, admitió ser consciente del temor de los aliados a quedar en medio la disputa hegemónica, y prometió que nunca los colocará en una situación de tener que elegir entre una y otra potencia.

“Sabemos que nuestros aliados tienen complejas relaciones con China que no siempre se alinearán perfectamente, pero necesitamos navegar estos desafíos juntos”, dijo Blinken en un reciente mensaje en la sede la OTAN. “Eso significa trabajar con nuestros aliados para cerrar esas brechas en áreas como tecnología e infraestructura”.