22 de agosto de 2021
«La justicia y la política no se llevan bien»: qué esperar en el «nuevo» Afganistán
«La justicia y la política no se llevan bien», sentencia Said Chaya, profesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad Austral y especialista en temas de Medio Oriente. Hace apenas unos meses él mismo comentaba que las negociaciones entre el Talibán y Ashraf Ghani, presidente de Afganistán comenzaban a «avanzar en el plan de paz», las cumbres de Doha y Dusambé -celebradas en diciembre de 2020 y marzo de 2021, respectivamente, no habían tenido éxito. «En las cumbres se llegó a acuerdos sustantivos. Hubo declaraciones que alentaban a la esperanza y despertaron expectativa, pero no generaron acuerdos de fondo«, comenta a días de que Ashraf Ghani abandone el país y el Talibán tome el control del gobierno.
Prefiere no referirse a si es justo o no que el Talibán tome el control del país y se refiere a la legitimidad del grupo para hacerse cargo del gobierno de Afganistán. «Creo que cuentan con un relativo respaldo, al menos en el interior rural del país, y amplificado, claro, por el uso y exhibición de armamento pesado. Si repiten la gestión gubernamental de los ’90, lo que cabe esperar es un régimen brutal, caracterizado por la represión y un virtual apartheid hacia las mujeres«, señala y agrega: «Han elegido como presidente ‘de facto’ a Abdul Ghani Baradar, reconocido por dialogar con los estadounidenses y participante de las cumbres de Doha: esto abre una luz de esperanza, muy tenue, que podría indicar que, en esta ocasión, desean encabezar un gobierno moderado, que respete los derechos básicos de las personas. Pero, si nos atenemos a la experiencia, solo cabe esperar lo peor», declara.
Si bien afirma «comprender» al presidente estadounidense Joe Biden que «está respetando una decisión tomada por sus antecesores en un contexto difícil», señala que «El resultado de la decisión es desastroso para Afganistán, y creo que impactará negativamente en la imagen de poder de los Estados Unidos en la región. Si se genera un derrame hacia Pakistán, también alterará la relación de fuerza de sus aliados», acota Chaya.
Según el especialista, las imágenes que el mundo ve hoy de la toma del poder por parte del Talibán probablemente no reflejan la realidad del país. «Las imágenes que vimos pueden ser engañosas. En Kabul, donde está el aeropuerto internacional, se concentraba la mayor parte de los colaboradores locales con las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN y también el núcleo más duro de resistencia a los talibanes, además del gobierno central», dice y añade: «Ello no quita que si el régimen vuelve a encarar políticas represivas, y si se profundiza además el conflicto armado interno, pueda generar nuevas expulsiones y desplazamientos masivos de personas hacia otros países. Lo que vimos fue la salida de apenas unos pocos miles. En los últimos cuarenta años, algunas estadísticas muestran que el país expulsó a más de diez millones de personas».
Chaya no cree que esto tenga un impacto directo en Argentina ya que «nuestro país juega un rol marginal en la política internacional, ni qué decir en la política de Medio Oriente y Asia Central, o el subcontinente indio. Dudo que los hechos en Afganistán tengan algún impacto grave en la situación económica, política y social que vive nuestro país. Sin embargo, la atención de las potencias está puesta en que, en el “nuevo” Afganistán de los talibanes, se evite un derrame regional del conflicto o el involucramiento de los nuevos patrones con el terrorismo internacional. Nuestro país puede aportar una visión humana, sirviendo como plataforma de denuncia para defensa de los derechos básicos de los afganos, especialmente de las afganas, las minorías y los disidentes. En ese contexto, Argentina puede encontrar una misión», concluye.
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