Mariángeles Castro Sánchez, directora de la Licenciatura en Orientación Familiar del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral, reflexiona sobre la importancia del rol central de la familia en la educación en el respeto de género: «Empoderar a los niños y niñas, para que no callen y defiendan su integridad física y psicológica sin avergonzarse, es educar para la paz. Abriendo canales de comunicación y escucha para que se expresen sin coacción ni censura y cuenten vivamente lo que les está pasando».
Análisis de Mariángeles Castro Sánchez, directora de la Licenciatura en Orientación Familiar del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral:
- «La sociedad argentina,
con el impulso de diversos colectivos y la adhesión del conjunto de la
ciudadanía, está rebelándose contra la violencia de género en sus
diferentes manifestaciones. Una rebelión pacífica, que no tiene marcha
atrás. Y si bien queda aún un largo camino por recorrer, coincidimos en
que nada más perjudicial que la ignorancia, ni más dañino que el
silencio».
- «Si aprovechamos el
impacto de esta toma de conciencia progresiva y favorecemos que el
aprendizaje de la no violencia se instale en las familias, estaremos previniendo
tempranamente situaciones de vulnerabilidad e injusticia. Si una cultura
de apertura y señalamiento de conductas lesivas se hace carne en el
espacio familiar, el avance hacia formas de convivencia más evolucionadas
será firme y seguro».
- «Es en el ámbito familiar
donde aprendemos, en años decisivos para nuestra formación personal,
valores, actitudes y criterios rectores que nos orientarán a lo largo de
la vida. Entre estos elementos, que componen el marco referencial de
nuestro obrar, el respeto por el otro, el sentido de la diversidad, la
igualdad genérica en dignidad y derechos y la disposición empática, se
destacan como puntos salientes y necesarios. Contenidos y capacidades
elementales para la vida en comunidad que configuran estilos de relación
basados en el diálogo y el encuentro interpersonal».
- «Sabemos que es el entorno
primario e íntimo el que nos moldea más profundamente, mediando en
nuestros vínculos en contextos más amplios. Y que ciertos estereotipos y
tabúes perduran aún en las dinámicas familiares, reproduciendo
inequidades. De ahí la importancia de que padres y madres tomemos
conciencia de la centralidad de nuestro rol y revisemos nuestras propias
acciones, teniendo presente que todas ellas son y seguirán siendo
educativas».
- «Los hábitos de protección
y atención, de cuidado de la intimidad propia y ajena, contribuyen a
generar desde la infancia una cultura de paz. Porque es en la familia
donde se concreta idealmente la experiencia de inclusión más genuina. En
todos los casos, promover el reconocimiento de situaciones de abuso
-muchas veces solapado- es formar en el respeto de género. Empoderar a los
niños y niñas, para que no callen y defiendan su integridad física y
psicológica sin avergonzarse, es educar para la paz. Abriendo canales de
comunicación y escucha para que se expresen sin coacción ni censura y
cuenten vivamente lo que les está pasando».
- «Una vez más, remarcamos
el valor del ejemplo en la educación de los hijos, condicionado por el
modo en que padres y madres nos relacionamos con ellos. ¿Somos capaces de
afirmar que apreciamos las cualidades individuales de cada uno, detectando
sus potencialidades y fomentando su despliegue libre de estigmas y
mandatos? ¿Les ofrecemos iguales oportunidades de participación en la vida
familiar y social? ¿Favorecemos su expresión más auténtica, evitando
cualquier tipo de discriminación en el ejercicio de nuestras
responsabilidades parentales?».
- «Es vital la enseñanza de la empatía, de la vivencia de ponerse en la piel del otro para sentir como él, en un primer gran paso hacia la afirmación de su persona y su reconocimiento como semejante. A partir de allí, el compromiso con el paradigma de la igualdad en la diversidad y la consideración del ser humano -mujer y varón- como un fin en sí mismo, que jamás debe ser instrumentalizado, vendrán por añadidura».
Mariángeles Castro
Sánchez
Directora de la Licenciatura en Orientación Familiar del Instituto de Ciencias para la Familia
de la Universidad
Austral.
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