17 de June de 2020
En una investigación conjunta, dirigida por el Dr. Francisco Albarello de la Facultad de Comunicación, junto al Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral y el Instituto de Familia de la Universidad de los Andes (Chile), se indagó acerca de cómo influye Fortnite, uno de los videojuegos más jugados a nivel global, con alrededor de 125 millones de usuarios de entre 8 y 24 años, en la dinámica familiar, cuando en el hogar hay chicos que juegan este videojuego. Recientemente, Fortnite ha lanzado su tercera temporada, demostrando su vigencia en las preferencias de los niños y adolescentes como el videojuego social más exitoso de la historia.
A partir de 82 entrevistas en profundidad a niños y padres de 32 hogares (16 de Argentina y 16 de Chile), estudiaron los conflictos o situaciones que se producen en los hogares, qué acciones desarrollan los padres con sus hijos (lo que llamamos “estrategias de mediación parental) cuando juegan Fortnite, qué capacidades o competencias desarrollan los niños al jugar Fortnite y qué valoraciones hacen los niños sobre este videojuego de carácter social.
Fortnite es un juego de supervivencia de 100 jugadores que luchan entre sí, en un combate jugador contra jugador, hasta que solo uno gana. Para jugar en equipo con amigos (lo que la mayoría de los gamers busca), brinda la posibilidad de aliarse de a dos (duos), o en cuartetos (quads). Creado por Epic Games en 2017, presenta una funcionalidad general multiplataforma, que habilita el acceso desde cualquier dispositivo, incluidos los smartphones. Es un producto en constante innovación y es gratuito, aunque ciertos adicionales están tarifados. Fortnite ha realizado alianzas estratégicas con marcas mundiales, y ha aparecido, por ejemplo, en la última entrega de la saga Avengers End Game, y también en Batman. Además de un prolífico merchandising que incluye remeras, corras, juguetes y muñecos, Fortnite también ha trascendido al fútbol profesional a través de los famosos bailes que interpretan los jugadores luego de meter un gol.
Dentro de los resultados del estudio, los investigadores constataron que entre los padres prevalece una mirada negativa sobre el videojuego, que tiende a ponderar casi exclusivamente aquellos rasgos “molestos” o “preocupantes” de Fortnite: el ruido o los gritos de sus hijos cuando juegan, las peleas entre los hermanos, el contenido violento.
Las principales preocupaciones de los padres sobre Fortnite se relacionan con aspectos tales como: la adicción que provoca el juego, el rasgo violento del mismo y el hecho de que sus hijos establezcan contactos con desconocidos. Esta mirada negativa se da principalmente en los padres que no conocen Fortnite (y no manifiestan mucho interés en conocerlo), y está más influida por lo que otros padres comentan del juego o por la información que circula en los medios sobre los videojuegos de este tipo, que tienden a ser tematizados como violentos y peligrosos. Esta mirada negativa soslaya otros aspectos positivos (señalados por algunos de los padres entrevistados que sí conocen Fortnite), tales como: las destrezas que desarrollan sus hijos o el hecho de que se relacionen con otros para jugar en equipo.
Por otra parte, los niños manifiestan que quisieran que sus padres se interesaran por el videojuego y que los vean jugar, pero mayormente no encuentran eco en ellos, que prefieren poner en marcha una estrategia de mediación parental de control o vigilancia y no de diálogo.
A partir de estos resultados, los investigadores plantean que hace falta establecer un diálogo intergeneracional, entre padres e hijos, sobre Fortnite y otras prácticas o consumos culturales digitales de sus hijos. Señalan que prevalece una mirada “adultocéntrica” que se limita a un prejuicio meramente negativo sobre el videojuego.
Además, que es necesario por parte de los padres dimensionar el aspecto social que tiene Fortnite para sus hijos: no solamente entran en contacto con “desconocidos” sino que desarrollan complejas estrategias de trabajo en equipo y emplean competencias colaborativas destacables.
Finalmente señalan que conocer qué juegos juegan sus hijos, con quiénes se conectan para jugar, felicitarlos cuando obtienen un logro significativo en el juego y estar atentos a potenciales riesgos sobre el videojuego en su vida social y escolar son algunas actitudes y acciones que los padres pueden desarrollar para integrar el videojuego de manera más sana y armónica a la vida familiar.