24 de October de 2017
NO HAY DESEO DE ESCUCHAR AL OTRO, NO HAY VOLUNTAD DE SALIR DE ESTE AMBIENTE EN QUE EL INFIERNO (COMO DECÍA SARTRE) SON LOS OTROS.
Por Patricia Nigro, profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral.
Dos años después de la derrota del kirchnerismo, dos meses después de las elecciones primarias que favorecieron al gobierno de Cambiemos, nos enfrentamos a las elecciones legislativas, en un contexto agónico, en el que sobran las palabras.
A la polarización que separó a amigos y parientes durante la era K, le siguió más discusión y lenguaje de odio que nunca. En un país que no puede darse el lujo de perder un minuto más sin trabajar para un presente mejor, para un futuro mejor, solo escuchamos voces que repelen. Voces de políticos, de funcionarios, de periodistas, de usuarios de las redes sociales.
No hay deseo de escuchar al otro, no hay voluntad de salir de este ambiente en que el infierno (como decía Sartre) son los otros.
La irresponsabilidad en el uso de la palabra pública de políticos y de funcionarios causa daños irreparables en la democracia, en el pueblo argentino. Frente al horror, al dolor por la muerte de Santiago Maldonado, en lugar de callar, de respetar el duelo de la familia, la palabra inmoral, irracional, profundiza más la herida.
¿Dónde rinden cuentas estas personas que nos faltan el respeto a todos con sus improperios, con sus mentiras, con sus juicios dogmáticos y malsanos, que con sus bocas propagan el desprecio y el odio?
El periodismo cumplió, en gran parte, un papel lamentable en estos últimos meses. Hizo política cuando tenía que hacer su trabajo. Alimentó la hoguera que quemaba el corazón de la ciudadanía. Difundió calumnias, noticias falsas, rumores. Mostró una falta de ética y de responsabilidad social inusitada.
Muchos usuarios de redes sociales fomentaron también un hervidero de improperios entre personas que, alguna vez, se trataron bien. Argentinos escondidos en el anonimato o armados de una violencia verbal atroz. Gente viralizando irresponsablemente confusión y suciedad.
Para Leech, estudioso de la cortesía verbal, existen ciertas máximas que deberían respetarse en la comunicación humana. Estas se basan en el respeto a la imagen del otro, en el cuidado de la reputación del otro. Minimizar el daño ajeno y aumentar los beneficios para el interlocutor son el eje de estos principios.
El estudio de la cortesía verbal nos ofrece también qué elementos deberían estar presentes en una disculpa realmente consciente y reparadora:
1) expresar la disculpa: lo siento, perdone, disculpe;
2) aceptar la responsabilidad, que incluye los pasos siguientes: a) autoacusación explícita: ha sido culpa mía, b) falta de intencionalidad: no era mi intención, c) justificación del enfado del interlocutor: usted tiene motivos para estar enojado conmigo;
3) explicar: es que resulta que…;
4) oferta compensatoria: si quieres, puedo… y, por último, el propósito de no repetir el daño: no volverá a ocurrir.
Este es el momento, ante estas elecciones, en que políticos, funcionarios, periodistas, usuarios hostiles de las redes sociales, pidan perdón como se merece y que se llamen luego a silencio. Hoy más que nunca: silencio por el dolor de los familiares de Santiago Maldonado, hartos de ver manoseada y usada, con intereses espurios, la pena infinita de la muerte de un hijo, de un hermano.
Tiempo de silencio. De duelo. De pedir perdón.