08 de August de 2018
El mundo y la Argentina transitan una nueva época histórica, marcada por la globalización de las crisis y la indiferencia, los conflictos y las grietas, los cambios constantes y rápidos que, mientras enriquecen a unas minorías, dejan atrás una estela de comunidades sumidas en el desempleo y la pobreza, tanto material como cultural y social.
Por Reynaldo Rivera, consejero y profesor de la FC.
El mundo y la Argentina transitan una nueva época histórica, marcada por la globalización de las crisis y la indiferencia, los conflictos y las grietas, los cambios constantes y rápidos que, mientras enriquecen a unas minorías, dejan atrás una estela de comunidades sumidas en el desempleo y la pobreza, tanto material como cultural y social. Esas comunidades, que para muchos son solo “poblaciones vulnerables”, pueden transformarse, a través de la educación del carácter, en protagonistas de una nueva revolución: la del servicio.
El futuro del siglo XXI no depende de las “Industrias 4.0”, caracterizadas por la digitalización y la automatización. La nueva revolución industrial solo será posible si se cuenta con talentos, individuales y sociales. Como lo demuestran estudios científicos recientes eso no depende solo del nivel de conocimientos intelectuales, sino sobre todo de un conjunto de características que permiten al individuo tomar decisiones correctas y adaptarse a los cambios. Las sociedades del futuro necesitan “Personas 4.0” que no solo hayan desarrollado habilidades técnicas, sino también intelectuales, morales, cívicas y performativas, como la curiosidad, la compasión, el coraje, la gratitud, la honestidad, el respeto, la preocupación por quien forma parte del mismo equipo, la resiliencia.
A diferencia de los conocimientos en Matemáticas, Física, etc., el desarrollo de esas virtudes no depende de recursos materiales ni de políticas públicas, sino principalmente de la calidad de las relaciones y la ecología moral de las que se nutren las nuevas generaciones. En esas comunidades que muchos consideran “vulnerables”, el foco en lo verdaderamente importante (el crecimiento personal y el bien común) y el esfuerzo cotidiano por superar dificultades, favorecerán el desarrollo de personas transformadoras, que sepan liderar sirviendo, crecer ayudando a diseñar y construir un futuro mejor y sostenible.