GrietaEN SOCIEDADES POLARIZADAS COMO LA ARGENTINA, LOS ESTADOS UNIDOS O AHORA ESPAÑA, LAS DIFERENCIAS SOCIALES Y POLÍTICAS ACENTÚAN LA DIFERENCIACIÓN DE LOS CONTENIDOS A FAVOR O EN CONTRA DE UNA POSTURA. Y ESO REALIMENTA EL CÍRCULO DE POLARIZACIÓN.

Por Arturo Fitz Herbert, profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral.

En el hipotético 2015 de Volver al Futuro II, Marty McFly toca un botón de su campera para que ésta se ajuste perfectamente a su cuerpo. En la vida real, los seres humanos seguimos apelando a los vestidores, pero contamos con un sustituto intelectual: con sólo tocar el botón de la lupa en Google o el Me Gusta en Facebook, logramos acceder a unos contenidos perfectamente adaptados a nuestras ideologías y prejuicios. Al igual que en la película, estos desarrollos tecnológicos no necesariamente hacen que el mundo sea mejor.

Hace ya varias décadas, los estudios sobre los efectos de persuasión de los medios masivos mostraban que las personas tendían a consumir medios que se ajustaran a sus ideologías. Pero en la era impresa, eso no evitaba que el receptor se expusiera a una variedad de contenidos. Los medios seleccionaban lo que sus editores consideraban relevante, y esos criterios de relevancia podían diferir en parte de los que sostenía el receptor.

Hoy en día, el acceso a la información a través de internet y celulares acentúa la exposición selectiva. Los algoritmos que utilizan Google y Facebook apuntan a la personalización. Google lo explica muy bien: su intención es brindar resultados relevantes, y para una persona que esté buscando “Barcelona” y que antes haya buscado “Lionel Messi”, lo más probable es que el resultado relevante sea el club de fútbol y no la ciudad.

Si trazamos un puente entre el algoritmo y la política, llegamos a la conclusión de que en internet es más probable consumir medios, opiniones y coberturas afines a nuestro perfil ideológico. A más preferencia por Macri, más contenidos sobre Cambiemos. A más preferencia por Cristina, más Unidad Ciudadana.

El problema de fondo, en realidad, no está en Google o Facebook sino en la relación entre el logaritmo y la polarización social. Cuando las preferencias y la política tienden al centro, a la fórmula matemática se le complica la distinción. Si el candidato A y B están de acuerdo en el 90% de las políticas, y uno busca o consume noticias relacionadas con esas políticas, ¿cómo diferencia el logaritmo si están relacionadas con uno u otro candidato?

En sociedades polarizadas como la Argentina, los Estados Unidos o ahora España, las diferencias sociales y políticas acentúan la diferenciación de los contenidos a favor o en contra de una postura. Y eso realimenta el círculo de polarización. Quienes estaban convencidos de una posición observan sólo contenidos relacionados con esa posición y la refuerzan cada vez más. Y disminuyen su interacción con aquellos que perciben la realidad de un modo diferente.

En este contexto se produjo la instalación de un tema sensible e incierto como el de la desaparición de Santiago Maldonado. Los marcos mediáticos fueron sólo una de las influencias, y quizás no la central, de cómo los grupos sociales interpretaron -y lucharon por que se interpretase- lo ocurrido. “Desaparición forzada”, “represión PRO”, “abuso de gendarmería”, “accidente”, “operación K”, “operación Mapuche”… las redes sociales reflejaron la lucha por imponer marcos a la situación. En el medio, muchas personas dejaron de seguirse entre sí y abundaron comentarios del estilo “no conozco a nadie decente que vote a X” o “no entiendo cómo alguien puede apoyar a Z”.

Cada grupo se fue cerrando en su propia realidad, a punto tal que, como escribía Luciano Elizalde hace unas semanas en este mismo diario, las interpretaciones sobre Maldonado coincidían casi perfectamente con la intención de voto. El tema Maldonado no condicionó el voto, sino todo lo contrario: el voto condicionó como se interpretó el tema. Cotidianeidades de la grieta en la época de las redes.

Fuente: Perfil.com