El doctor Pedro Luis Barcia recibió la mención de honor “Domingo Faustino Sarmiento” por su aporte a la cultura y educación nacional, en el Salón Eva Perón del Honorable Senado de la Nación.

La distinción, propuesta por la senadora y presidente de la Comisión de Educación del Senado, Liliana Negre de Alonso, fue entregada por el Dr. Adolfo Rodríguez Saá, senador nacional por San Luis.

Entre los asistentes, estuvieron autoridades y profesores de la FC como Luciano Elizalde, Gabriela Fabbro, Marita Grillo, Ignacio Di Tullio, Juan Ignacio Barrena. También, Abel Posse, académicos de la Academia Argentina de Educación, Jorge Ratto, asesor pedagógico de la Escuela Argentina Modelo, y otros legisladores.

Luego de la presentación de Rodríguez Saá, tomó la palabra el Dr. Barcia agradeciendo la mención y ahondando en la cuestión de la educación y su presente.

“Ninguna boca es chica para el agradecimiento y menos el dirigido a los señores senadores por San Luis, motivadores de esta distinción. 

No he de decir que no la merezco, porque me acuerdo de las palabras de mi padre cuando dije algo semejante al ganar un concurso de sonetos en mi pueblo: “Usted no es nadie para andar desautorizando a gente de prestigio y mérito diciendo que no merece lo que le otorgan”.  

Lo primero que quiero subrayar es mi satisfacción porque este premio no proviene de colegas académicos, de letras o de educación, lo que sería, como decimos en el campo, “un baile entre primos. No. Esto lo promueven dos políticos atentos a la realidad educativa del país y a quienes laboran en ella. No en vano, ambos senadores son y han sido Presidentes de la Comisión de Educación del Senado y ambos han visitado más de una vez nuestra Academia, a la que siempre han estado atentos y han disertado en el seno de nuestro pleno sobre políticas educativas de Estado.

Esta atención de dos cabezas políticas al plano de la educación es altamente loable. Lo agradezco en nombre de nuestra Academia y de la educación. 

En retribución a su atención por lo educativo, quiero anunciar que el próximo año entregaré en manos de nuestros huéspedes, los dos tomos que he preparado con la colecta de los Ensayos dispersos, de la Dra. Berta Vidal de Battini. Esta insigne puntana es la más destacada lingüista argentina. A ella le debemos los estudios más abarcadores y comprensivos del habla de nuestro país, una conciencia viva de que la enseñanza de nuestra lengua robustece la democracia, -en cuanto consolida el diálogo entre los argentinos- y, en tercer lugar ha cosechado en diez densos tomos su colecta de cuentos y leyendas populares vivas en nuestro territorio, desde Tierra del Fuego a Jujuy. Materia esencial, generada por hombres y mujeres ágrafos, pero cultos, cuyo legado robustece nuestra identidad cultural de base popular. Nuestro folclore lucha aun por abrirse cancha en las aulas argentinas. 

Adviértase lo argentino de mi gesto: les regalaré lo que es de ellos.

Una periodista de un diario de mi pueblo natal, El Argentino, uno de los tres únicos órganos independientes de Entre Ríos, que sobrevivieron por larga década última a la negativa de la pauta oficial, me pidió que brevemente (este adverbio me persigue y jibariza mi discurso) le anticipara que iba a decir hoy aquí.

En primer lugar, quiero recordar pro domo mea y de nuestra Academia de educación, que en momentos en que desde el discurso oficial hasta un canal infantil se manoseaba y burlaba la imagen de Sarmiento, al cumplir nuestra Casa los treinta años de vida, publiqué, con el doble sello editorial de la Academia y del generoso Grupo Petersen, los tres gruesos tomos de mi Ideario de Sarmiento, que ingresaron al repositorio de la Biblioteca del Congreso. Con este caudaloso venero de ideas, proyectos y reflexiones sobre la realidad nacional, subrayábamos la injusticia banalidad de quienes deturpaban la fama del insigne sanjuanino. Como dijo Borges, usted podría estar a favor o en contra de Sarmiento en esto o aquello, pero no lo puede ignorar. Y con esos tres tomos iniciamos la colección de idearios argentinos, que hemos continuado con el de San Martín, y hay otros en elaboración.

Eso fue ayer. Hoy, frente a quienes insisten y se lamentan, sin mover un dedo para modificar la realidad, que el 52% de nuestros muchachos no entienden lo que leen, he actuado a la luz del consejo de Confucio: “Cuando las tinieblas te rodeen, no insultes a la oscuridad: enciende una vela”. Y mi reciente libro La comprensión lectora, acompañado de una carpeta de láminas para práctica en Inicial y siete cuadernillos de ejercitación para Primaria, son mi vela. Y creo, firmemente, que si cada uno enciende la vela que le toca por el oficio que ejerce o el sitio que ocupa, se sumarán las velas que iluminaran la casa, el barrio, la ciudad y la nación toda. 

Recuerdo cuando hace unos años, desde la Academia de Letras, me apliqué a revisar y perfeccionar una línea de manuales de lengua y literatura para nuestra Primaria y Secundaria, en soledad, porque los colegas estaban atentos a los niveles universitarios. Yo, secretamente, siempre supe la verdad del Martín Fierro: “Que el fuego, pa’ calentar,/ debe ir siempre por abajo”. 

Lo mismo cuando, asistido por dos jóvenes lingüistas brasileñas, dispuse los tres manuales para la enseñanza del Español como segunda lengua, para su aplicación en Brasil. La obra fue elegida como oficial por un jurado de la Universidad de San Pablo, y hoy todos los colegios secundarios de Brasil estudian con mi manual. Como me dijo, acertadamente, María Sáenz Quesada: “Eso, Pedro, es hacer Mercosur”. Y, en privado les confieso, que me tengo fe para la lunga parla del sur. 

Este año, en Purmamarca los ministros de todos los distritos del país han firmado un acuerdo memorable que se asienta en declarar a la educación como una política de Estado. Esto abre, como diría Borges, el deber de la esperanza. Nuestra Academia, bajo mi presidencia, dio a conocer en 2015 una “Declaración de políticas educativas de Estado” que entregamos a todos los candidatos a la presidencia del país, como una propuesta de sugerencia y asistencia. Es un documento básico que el texto de Purmamarca, en parte, lo ha asumido.

Sabemos que las políticas de Estado son efectivas cuando se conciertan tres elementos: el consenso de todas las fuerzas políticas en ellas, la sostenida continuidad de las políticas educativas más allá de los recambios de gobierno y, la voluntad política firme de encarnar esas políticas en la realidad del país.

Ojalá puedan darse estas tres condiciones en el futuro inmediato y distante, porque la educación es el tren de futurizaje de toda nave de gobierno. Y rogamos para nuestros políticos, con letra del romance viejo: “Deles Dios ventura en armas/ como al paladín Roldán” (Cuento del cura y el burro).”