Coronarivus: cuando la sanidad animal y la salud humana se encuentran

La pandemia es una ocasión oportuna para revalorizar el rol del Senasa, controlando los alimentos y evitando la propagación de zoonosis.

 

Por Eugenia Luján Bustamante. abogada Directora del programa Régimen Jurídico de los Agronegocios Univ. Austral.


 

El tema del Coronavirus ha monopolizado las comunicaciones y el interés de las personas de todo el mundo en las últimas semanas, que lógicamente ponen el foco en la prevención de su propagación, en la cantidad de contagios en cada país, en la adopción de las medidas adecuadas para detener la pandemia, en las consecuencias humanas y económicas del aislamiento y cierre de fronteras, entre otros.

Con relación al origen geográfico del Covid-19, éste se identificó por primera vez en la ciudad de Wuhan en China, donde está el Mercado Mayorista de Mariscos Huanan, lugar en el que se comercializan cantidad de especies de animales vivos y muertos, que incluyen mariscos, aves de corral y animales de caza. Estos mercados, conocidos como mercados húmedos, si bien están autorizados presentan la particularidad de que venden animales silvestres sin controles sanitarios. Aún no se conoce con certeza si el virus proviene de murciélagos, serpientes o del mamífero pangolín. Lo que se conoce es que el virus, propio de alguna especie animal mutó, y fue contraído por humanos. Las condiciones de hacinamiento de los animales y la falta de controles sanitarios en la crianza, el traslado, la concentración y la faena constituyen factores de riesgo para las personas.

      «El origen de esta nueva cepa del virus está en la falta de control de la sanidad de los animales destinados a alimentos».

Es por ello que el origen del Coronavirus nos lleva a destacar la importancia de la regulación de la sanidad animal, la cual tiene por finalidad cuidar la salud de los animales destinados al consumo humano, y su regulación busca evitar la propagación de enfermedades existentes o exóticas dentro de cada especie en un territorio. En el caso del Covid-19 lo que se ve afectada es la salud humana, y si bien el contagio se produce entre personas, el origen de esta nueva cepa del virus está en la falta de control de la sanidad de los animales destinados a alimentos, al admitirse la comercialización de especies silvestres sin ningún control sanitario y en mercados que no se adaptan a las normativas internacionales actuales.

La FAO -Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura- destaca que el 70% de las enfermedades infecciosas humanas tienen origen animal. Son “zoonosis” aquellas enfermedades de los animales, producidas por diferentes agentes infecciosos, que bajo ciertas circunstancias pueden ser transmitidas al hombre en condiciones naturales.

Por ello, la FAO, junto con la OMS -Organización Mundial de la Salud- y la OIE -Organización Mundial de Sanidad Animal- están trabajando para ayudar a identificar los posibles animales huéspedes de este virus y reducir el contagio a seres humanos. Bajo un nuevo paradigma: “Una salud” (One Health), que significa que la salud humana y la sanidad animal son interdependientes y están vinculadas a los ecosistemas en los cuales coexisten, se relaciona a los seres humanos, los animales, la inocuidad alimentaria y el uso eficiente de los recursos naturales con un enfoque integral.

En Argentina el SENASA es el organismo que lleva adelante las políticas de prevención, control y erradicación de las enfermedades de los animales. La normativa vigente regula sobre la producción primaria, industria y comercio de las siguientes cadenas: bovinos y bubalinos, equinos, ovinos, porcinos, caprinos, aves, abejas, animales acuáticos, otras especies.

Respecto de la fauna silvestre, el SENASA destaca que nuestro territorio por la amplitud de climas y geografías alberga numerosas especies de animales silvestres autóctonas y exóticas, que al interactuar con otras especies y el ser humano, pueden provocar la aparición de enfermedades zoonóticas con impacto en la conservación y el comercio. Con fines preventivos, el SENASA organiza un sistema de vigilancia epidemiológica para detectar enfermedades en especies silvestres, en colaboración con otros organismos públicos como la Dirección Nacional de Biodiversidad, la Administración de Parques Nacionales, direcciones de fauna provinciales, universidades y organizaciones no gubernamentales.

Argentina cuenta con una normativa -Decreto 4238/1968: Reglamento de Inspección de productos y subproductos y derivados de origen animal- que divide la fauna silvestre en dos categorías:

1. Animales silvestres de caza, que son aquellos considerados aptos para el consumo humano e incluyen mamíferos terrestres, aves, reptiles y batracios cuyas carnes se obtienen luego de cazarlos por métodos autorizados. Se dividen en caza mayor (por ej. ciervos) y caza menor (por ej. libres, ñandúes).

2. Animales silvestres criados en cautividad, son los animales enunciados nacidos, criados y sacrificados en cautiverio.

El SENASA interviene en todas las etapas de la cadena, realizando la habilitación, fiscalización y control de los establecimientos de faena, elaboración, depósitos y transporte, y asegurando la inocuidad en la elaboración de productos como ahumados y conservas bajo las normas nacionales e internacionales.

Argentina cuenta con la normativa sanitaria no solo de las especies de consumo tradicionales -vacunos, cerdos, ovejas- sino también de la fauna silvestre, que no es de consumo masivo por la población como en otras partes del mundo. En todos los casos, la importancia de resguardar la sanidad animal debe tomar el centro de la escena, porque la falta de controles constituye la causa de la pandemia que se expande por el mundo.

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