Es un lugar común que el diálogo interdisciplinar es difícil. Porque las llamadas cuestiones de frontera son complejas, porque falta un contexto de sentido que sea común a los interlocutores, porque los lenguajes de cada disciplina son muy diferentes y porque los sesgos de cada académico, al tiempo que lo perfeccionan en un área específica, muchas veces atenúan su sensibilidad para otras. Todo eso puede ser cierto, pero es insuficiente. En realidad, el diálogo interdisciplinar no es difícil… es imposible. Es imposible, porque no dialogan las disciplinas sino las personas.

En ese sentido, los grupos de discusión interdisciplinar buscan conformar una red de personas (científicos y filósofos) con un genuino interés en temas comunes. Al favorecer un clima de respeto y de confianza mutua, el solapamiento de intereses puede concretarse luego con naturalidad en proyectos de investigación interdisciplinar.